Visitar Belchite, pueblo viejo, historia y recuerdo.

Una historia potente y desoladora y los vestigios de una arquitectura peculiar hacen de Belchite (Zaragoza) un lugar especial que visitar. Muy cerca de Zaragoza es una excursión ideal para realizar, aprender algo de historia de nuestro país y cazar algún fantasma por el camino.

Sabéis que yo no soy muy dada a creer en lo oculto pero me fascina (Iker Jimenez, no te creo, pero no me pierdo un programa). Es raro, lo sé. La cosa es que este pequeño pueblo aragonés ha sido escenario de numerosos programas de misterio. Se han grabado psicofonias que, nos cuenta, son ecos de la guerra más cruenta allí vivida. La Guerra Civil española.

Belchite, vista del pueblo viejo.

Un poco de historia de Belchite.

Aunque si es la más reciente, Belchite es un pueblo marcado por las batallas desde su nacimiento. De origen romano, conquistado por los árabes a la caída del imperio, sufrió la gran ofensiva militar de Alfonso I el Batallador para recuperar Zaragoza.

Fue prospero durante la Edad Media y prácticamente hasta el siglo XIX. Se construyen grandes edificios, dos iglesias, un convento, un seminario y las grandes puertas que aun hoy custodian la entrada al pueblo.

puertas de belchite
Entrada a Belchite Viejo

Visitar el pueblo viejo de Belchite.

Debéis saber que, durante un tiempo, ha sido tanta la afluencia de visitantes, que ya no está permitida la entrada libre a las ruinas. Todas las visitas se deben hacer guiadas y comienzan precisamente en esas puertas. Tras ellas se libró la batalla más cruenta que supuso la destrucción de gran parte del pueblo que sufrió asedios, bombardeos y más de 5000 bajas civiles. Así, tras la Guerra, Belchite fue despoblándose poco a poco, quedando al fin vacío en los años 60 como un retorcido recuerdo de lo ocurrido.

Aunque el pueblo nuevo también merece un paseo.

¿A donde fueron los vecinos? Pues a Belchite nuevo. Un pueblo construido a pocos metros de las ruinas del viejo Belchite. Una arquitectura ejemplar del Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones (SNRDR) organismo creado por la dictadura franquista para la reconstrucción de viviendas, monumentos e infraestructuras dañadas durante la guerra. La construcción del pueblo nuevo fue utilizada como propaganda y castigo, ya que fue construido por prisioneros republicanos.

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Casas de la calle Mayor, decoradas con arquillos

Ruinas e historia en la visita a Belchite.

Pero volvamos a nuestras ruinas. Nada más cruzar las puertas del viejo Belchite se empieza sentir cierta congoja. En plena calle Mayor aun se aprecian restos de metralla en las fachadas. Aun se puede imaginar los comercios más importantes del pueblo en ella. Bajamos hasta la iglesia de San Juan, de estilo mudejar, que mantiene casi intacta la que fue la torre del reloj. Junto a ella, la Cruz a los Caídos, homenaje a los fallecidos.

Cruz a los caídos de Belchite
Cruz a los caídos

Calles, iglesias y conventos…

Desde allí llegamos al que es, posiblemente, el edificio más representativo de Belchite. La iglesia de San Martín, mezcla de estilos resultante de diversas remodelaciones durante siglos, desde sus inicios mudejares hasta el estilo renacentista aragonés. Su puerta de acceso es toda un grito de pena, un poema triste, una despedida eterna. Su interior no se queda atrás. Los agujeros de las bombas en la cúpula, el ábside destrozado y las vías de tren que sostienen alguna de las paredes atestiguan el horror vivido.

Poema Belchite
NB, uno de los últimos habitantes de Belchite.

Nuestra guía señala agujeros en el suelo, zonas abiertas bajo los cimientos de la iglesia en las que se escondían los habitantes de Belchite durante los bombardeos. Antiguos túneles, hoy derruidos, que seguro salvaron la vida de muchos.

Cúpula de San Martín, donde se puede ver perfectamente la huella de los bombardeos.
Cúpula de San Martín

El convento de San Agustín, que perteneció a la Orden de los Agustinos ermitaños, también guarda un recuerdo de la guerra. En el lateral derecho de la torre se encuentra clavado un obús que no llegó a estallar. No es sencillo verlo pero ahí está, incrustado y desafiante.

Convento de San Agustín
San Agustín desde la esquina de la calle Mayor

La visita acaba con efemérides, supongo que para hacer el viaje de vuelta más agradable al viajero. Numerosos rodajes cinematográficos han visto estas ruinas, muchas veces las ha visitado Iker Jimenez y otros investigadores de lo paranormal.

Aprender de nuestra historia para no repetirla.

Pero lo más importante es que más de 20.000 personas año quieren ver de cerca de lo que allí sucedió. No es normal encontrar monumentos vivos como este, que demuestren tan gráficamente el horror vivido y la destrucción que el odio puede causar, por eso es importante no olvidar y aprender para poder continuar.

Como pasaba en Oradour-sur-Glane, el mero hecho de visitar Belchite nos deja una sensación extraña. Visita dura pero necesaria.

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