Entre Madrid y Toledo se encuentra la Villa romana de Carranque, en la localidad del mismo nombre. Si bien no se trata de un complejo arqueológico enorme, merece la pena desviarse unos kilómetros para ver este pedazo de historia.
No vamos a flipar con grandísimos edificios romanos como en Mérida, pero lo que se conserva de la Villa del Materno demuestra que fue un lugar importante en su época. Esta zona era de relevancia táctica junto al río Guadarrama y muy rica en cuanto a materiales de construcción.
La Villa Romana de Carranque fue una de las villas romanas más lujosas de las que se tiene conocimiento en España.

Visita la Villa Romana de Carranque:
En el yacimiento quedan visibles tres de las estructuras que componían la villa en el año 400 de nuestra era. Por aquel entonces Hispania formaba parte del imperio romano de occidente y era habitual la construcción de villas fortificadas en los entornos rurales. Lo que no es tan habitual es que se hayan mantenido intactas, ya que la mayoría de sus materiales de construcción se reutilizaban posteriormente en edificaciones medievales.
Así de cruel es la historia, tu puedes tener una casa muy guay, que si alguien necesita piedras… De hecho el edificio palacial, o palatium, con el que nos topamos nada más acceder al complejo, fue más adelante iglesia y necropolis cristiana. Apenas quedan en pie la planta del edificio, uno de los muros y algunas de sus poderosas columnas de cuatro metros de alto. Nada queda de la rica decoración que, como nos cuentan en el centro interpretación, cubría sus paredes y bóvedas.
Tras el palacio se encuentra el mausoleo familiar de la villa, del que también apenas queda la planta. Una estructura cuadrada con ábside, todo el de hormigón.
La Casa del Materno:

La villa del Materno es el plato fuerte del complejo. Se llama así por la inscripción que aparece en el mosaico del suelo del dormitorio principal. Son precisamente los mosaicos lo que más destaca de los restos arqueológicos, aunque la estructura de la villa se ha conservado bastante bien, dejándonos ver perfectamente la disposición de sus estancias, que contaba con agua corriente, desagüe y calefacción por hipocausto. Cuentan, que tenía más de 600 metros cuadrados, patio interior porticado, bodegas, dos bibliotecas, habitaciones de servicio y triclinium (comedor formal).

Los mosaicos:
Pero como decimos, lo más espectacular conservado es la decoración de los suelos. Los mosaicos se reparten por casi todas las habitaciones nobles, bien de formas geométricas o representando escenas. En la zona del peristilo (columnas rodeando el patio) encontramos a Oceano rodeado de animales marinos. Parece ser que era la base de una fontana pues tiene desagüe propio.

El mosaico principal, en el dormitorio de Materno, representa a una mujer elegante en el centro (probablemente la esposa del dueño de la casa) rodeada de cuatro escenas de la Metamorfosis de Ovidio.

Otros restos arqueológicos:
Después de pasear un rato por la zona, se pueden apreciar otros muchos restos arqueológicos al rededor de la casa, lo que parece la construcción de un molino, un ninfeo y otros edificios de servicio. Antes de marchar entramos al centro de interpretación, donde hay una proyección audiovisual y un pequeño museo, que nos cuentan como era la vida en la villa cuando se encontraba en su época de mayor esplendor.
Salimos con buen sabor de boca. Un alto en el camino que merece la pena.
Iré a verla un día de estos, es curioso y a la vez un poco desconocido, tan cerca de Madrid
Hola Javier, si tienes ocasión es una visita muy interesante 😀