Sarlat-la-Canèda es la capital del Perigord Noir, en la región de Aquitania y es una de las ciudades medievales mejor conservadas de Francia. Pasear por sus calles es sentir que el tiempo se ha congelado en otro siglo, sobre todo en invierno, cuando la afluencia de turistas es menor y puedes deambular por sus rincones sin encontrarte apenas con nadie. Sin duda Sarlat es una de las joyas del medievo francés, con una gran historia y mucha vida que descubriremos en unos días por la zona de Perigord y Dordoña.

Pasamos varios días recorriendo esta región de Francia y fijamos nuestro centro de operaciones a las afueras de Sarlat-la-Canèda. Un apartamento pequeño pero en un lugar perfecto para dejar el coche sin pagar y a unos 10-15 minutos caminando del centro histórico.

Sarlat-la-Canèda, viaje a la Edad Media.
Sarlat está orgullosa de su pasado perfectamente conservado y presume de ser la ciudad europea con más edificios históricos protegidos por metro cuadrado. En su pequeño casco antiguo puedes llegar a contar cientos, pero ¿como pudieron conservarse tantos?
Sarlat-la-Canèda y la zona de Perigord formaba parte de una ruta comercial con Italia muy importante durante la Edad Media, por lo que la mayoría de sus habitantes fueron comerciantes y vendedores. Los principales palacios y edificios relevantes de Sarlat eran sus viviendas y por ello fueron respetados durante la Revolución. Esto no sucedió en otras ciudades, donde las casas más opulentas pertenecían a la nobleza y fueron asaltadas.

De las primeras cosas que nos llama la atención es la casa de La Boétie (siglo XVI), posiblemente el edificio más fotografiado de Sarlat. De estilo renacentista, su preciosa fachada no pasa desapercibida a pesar de estar encajada en una esquina de la plaza. Casa natal de Étienne de La Boétie, escritor y magistrado, autor del Discurso sobre la servidumbre voluntaria.

En la misma plaza la catedral de San Sacerdos, construida sobre la antigua abadía románica en torno a la que se formó Sarlat-la-Canèda. De estilo gótico a excepción de su campanario, la parte más antigua que es del siglo XII. Pero sin duda una de las cosas que más me sorprendió de la catedral fue rodearla. A través de unas estrechas callejuelas y una portezuela de medio arco llegamos a la capilla de San Benito y siguiendo el camino adoquinado, al Jardin des Enfeus.

La Linterna de los Muertos, emblema de Sarlat-la-Canèda
El Jardín no es otra cosa que un cementerio, el más antiguo de Sarlat, pues nació con la abadía. Sobre él descansa una curiosa construcción, La Linterna de los Muertos. Su origen no está claro pero pudo servir de faro a las almas de los allí fallecidos para poder llegar al más allá. La Linterna sí es el edificio más antiguo de Sarlat-la-Canèda y, desde luego, el más enigmático.

Desde la catedral tomaremos la Rue de la Liberté para llegar a la plaza del ayuntamiento, una coqueta plaza rodeada de terrazas y cafeterías, muy tranquila durante la semana pero bulliciosa y llena de vida el sábado cuando aparecen comerciantes de villas colindantes a montar el mercado de abastos.

Santa María, la iglesia convertida en mercado.
La antigua iglesia de Santa María ha sido convertida en un mercado cubierto además de espacio cultural. Alberga un ascensor panorámico que te ofrecerá una vista de cada tejado puntiagudo Sarlat (4€). Esta reconversión es obra del arquitecto Jean Nouvel y es de lo más osada. Unas enormes puertas metálicas, totalmente fuera de escala, cierran la pequeña iglesia por el lado de lo que fue el altar.
Estas puertas parecen custodiadas por otro de los habitantes más famosos de Sarlat-la-Canèda. Le Badaud, la estatua de un joven sentado obra de Gérard d’Auliac. Del otro lado de la iglesia, las mismas puertas de un tamaño un poco más común te comunican con otra de las plazas más fotografiadas de Sarlat, la plaza de las ocas.

Palacios y otras joyas medievales.
La estatua de estas tres ocas hace las delicias de los turistas y es que son monísimas. Pero la clave aquí es mirar hacia arriba. Manor Gisson es otro monumento histórico que ha sobrevivido al paso del tiempo. La visita es muy interesante pues muestra la evolución de un hogar familiar desde el siglo XVII hasta nuestra época. De hecho, todavía está habitada por los descendientes de los Gisson que la construyeron.

La rue de les Consuls esconde preciosos palacios como los de Mirandol y Vassal del siglo XV. Y digo esconde porque es tan estrechita que se hace difícil apreciar todos los detalles de estas construcciones, aunque sus ventanas y portones no pasan desapercibidos.
En esta calle encontramos la Fuente de Santa María que abastecía la Sarlat en el siglo XII y cuya agua emana de una cueva-bóveda. La calle de los consules termina en una de las esquinas más extrañas (a la par que atractiva) que he visto en mi vida. Nadie supo explicarme el por qué de esta construcción, supongo que algún día lo descubriré.

Vagar sin rumbo es una buena idea en Sarlat-la-Canèda. Estos paseos sin intenciones nos llevarán a descubrir algunas de las casas más antiguas de la ciudad, con sus típicas estructuras de madera vista. También otros edificios más lujosos como el Hôtel de Maleville, Le presidial o el antiguo palacio episcopal.

Sarlat-la-Canèda es una visita que, sin duda, vas a disfrutar. La gastronomía de la región es una maravilla, basada en buen vino, foie grass y otras variantes del pato y una excelente trufa. Además cualquier rincón de Sarlat es precioso. Sus estrechas calles plagadas de mansiones color ocre, que podrían ser escenario de cualquier película de época. Una escapada perfecta.