¿Qué ver en Burdeos? Un fin de semana en la ciudad del vino.

La Perla de Aquitania, región de la que es capital y patrimonio de la humanidad de la UNESCO desde 2007, Burdeos es, sin duda, una de las ciudades con más vida de Francia, una ciudad perfecta para pasear y disfrutar la vida. Pasear junto al río, entre sus calles, en la zona monumental, visitar sus tiendecitas con encanto o tomar algo en cualquiera de sus bares… ¿Qué ver en Burdeos?

Burdeos
Cualquier calle de Burdeos es bien

Alojamiento y aparcar en Burdeos.

Llegamos en coche desde la bahía de Arcachon y la Duna de Pyla (muy recomendables) y lo primero que nos sorprende es el brillo de sus casas. Junto al río Garona las casas de piedra caliza lucen casi doradas con la luz de media tarde.

Aparcar en Burdeos puede ser una locura, ya que la mayoría de las calles del centro son peatonales. No arriesgamos y decidimos dejar el coche en un parking los dos días, elegimos Les Saliniers, a 14 euros el día y felices. Como digo, Burdeos se recorre fácilmente caminando y, en caso de cansancio extremo, siempre se puede recurrir al tranvía (varias líneas recorren la ciudad hasta la madrugada).

¿Necesitas hotel en Burdeos? Elige la mejor opción. Nosotras optamos por un pequeño apartamento junto a la catedral.

Nos alojamos en un apartamento al ladito de la catedral de Saint André y nuestro anfitrión Marc ya nos pone en antecedentes. Burdeos es una ciudad con marcha, nos dice, casi parece España 😀 Y es cierto que, comparada con otras zonas de Francia, la ciudad del Garona parece tener una luz y una vida extra. Pero lo que nos sorprende no es tanto la marcha como la belleza que esconde en cada rincón. No en vano, Burdeos es la ciudad de Francia con más edificios protegidos después de París.

Si vas a estar unos días en Burdeos, echa un vistazo la tarjeta turística Bordeaux CityPass. Incluye la entrada gratuita a 20 museos y monumentos de Burdeos y el uso ilimitado del transporte público.

Otra forma de conocer Burdeos es con un Free Tour. El recorrido os permitirá escuchar leyendas e historias de la ciudad además de conocer las costumbres locales.

¿Qué ver en Burdeos?

La Catedral y su torre.

Nada más salir del apartamento la catedral gótica se impone con sus enormes contrafuertes y su torre, conocida como Pey Bernard, separada del resto del conjunto.

Pey Bernard
La torre de la catedral, conocida como Pey Bernard, está coronada con una virgen dorada, Notre Damme de Aquitania.

Pasé el primer día obsesionada con encontrar la respuesta a esa pregunta ¿por qué separar los campanarios de las iglesias? No solo la catedral de Sant André, también la iglesia de Saint Michel tiene su «aguja» separada del resto del conjunto. En la oficina de turismo la amable Julie nos contó que se trata de un tema meramente preventivo. Al parecer, durante la construcción de ambos templos se dieron cuenta de que el suelo se movía demasiado, debido a ser una zona de marismas, así que decidieron separar los campanarios unos metros para que la vibración de las campanas no agudizara todos esos movimientos.

Saint André Catedral de Burdeos
Ábside de la catedral, aun sin limpiar, su piedra aun no brilla como la fachada principal.

La catedral se puede visitar libremente pero, para acceder a la torre hay que pagar 5,50 euros. Tened en cuenta que se trata de unos 200 escalones, pero, si el tiempo os acompaña y Burdeos no está sumida en la niebla, merece mucho la pena. Las vistas de los tejados de la ciudad son impresionantes y además se puede apreciar la curva del Garona que da nombre al puerto de la Luna.

La Calle de SainteCatherine.

Subimos por SainteCatherine hasta la plaza de la Comedia. Esta calle es peatonal, como tantas otras de la ciudad, pero además es de las calles comerciales más largas de Europa. Son 1,2 kilómetros de tiendas, cafeterías y restaurantes desde la plaza de la Victoria hasta la del palacio de la Opera. No sé cuantas veces pudimos recorrer SainteCatherine en los dos días, es fácil encontrársela vayas en la dirección que vayas y ayuda mucho a situarse en el mapa. Además, cada vez descubres una tienda nueva en ella.

Rue Sainte-Catherine
Paseantes fantasmas de la Rue Sainte-Catherine

La plaza de la Comedia.

La plaza de la Comedia parece siempre repleta. La gente va de un lado a otro, entre las líneas de tranvía, esperan a los amigos en las farolas-relojes mientras un músico callejero ameniza la tarde con su violín. Es puente de diciembre y se encienden las luces de Navidad a la vez que el palacio de la Opera ilumina a sus musas. Hacemos una parada técnica en Le Bar a Vin, para degustar un par de vinos, un lugar muy recomendable para dejarte aconsejar por expertos. Justo en frente hay un mercado de Navidad que no dudamos en visitar.

Opera Burdeos
Las musas nos observan.

La plaza de la Bolsa.

Ha oscurecido cuando acabamos de dar vueltas por los interminables puestecillos, así que es el momento de visitar uno de los emblemas de Burdeos: la plaza de la Bolsa. Construida en el siglo XVIII, hizo que la ciudad dejara de ser una fortaleza cerrada de corte medieval, para pasar a ser lo que ahora conocemos, una urbe de corte neoclásico al más puro estilo parisino. Los edificios que componen la plaza eran en su época los edificios de la aduana, para el control de mercancías del frecuentado puerto de la Luna. Frente a la plaza se construyó en 2006 el espejo de agua más grande del mundo, lo que la convierte en el monumento más fotografiado de la ciudad.

Plaza de la bolsa Burdeos
Esta noche el espejo solo funcionaba con agua, otras veces la alterna con neblina

En el paseo junto al Garona, los bordaleses hacen deporte a pesar del frío, mientras los turistas intentamos hacer la mejor foto posible de la plaza. Después de muchos intentos nos damos por vencidas y buscamos un sitio para cenar. En la rue du Parlement Saint-Pierre de encontramos Le Comptoir Fromager un lugar con mucho encanto, donde tomamos una raclette con ahumados de órdago. Después de un par de cervezas en un bar cercano lleno de universitarios decidimos retirarnos a descansar.

Puertas de la antigua ciudad medieval.

Al día siguiente empezamos el día casi donde lo dejamos, en la plaza de la Bolsa de día. Aunque antes nos encontramos con una de las puertas más bonitas de la ciudad. Porte Cailhau (1494) formaba parte de las murallas Burdeos, en su interior se muestra una exposición de las herramientas que se utilizaban en la época para la construcción.

porte cailhau burdeos
Porte cailhau asomando entre la niebla mañanera.

La plaza más grande de Francia.

Subimos el paseo del río hacia La cité du Vin, pasando por la explanada des Quinconces que ostenta el título de la plaza más grande de Francia, con unos de 120.000 metros cuadrados. En ella se organizan numerosos eventos como ferias, pero en este momento esta vacía. Solo podemos contemplar el monumento-fuente, en honor a los girondinos.

Plaza Quinconces
Monumento a los Girondinos, que cayeron durante la Revolución Francesa (y el buen tranvía)

De camino pasamos por la comandancia de adunas, el puerto de la Luna y el centro de ocio (comercial) Quais des Marques. Si paseáis por esta zona en domingo hay un mercado tradicional que se ha puesto muy de moda entre gente de la ciudad. Se puede comprar queso, pan (oh, el buen pan francés), embutidos, frutas y, como no, degustar unas buenas ostras recién llegadas de Archachon a buen precio.

Tras el puente de Jacques Chaban Delmas se encuentra la zona más nueva de la Burdeos, que poco tiene que ver con los edificios clásicos que hemos ido dejando atrás. Este puente tiene la peculiaridad, además de ser el de más reciente construcción de la ciudad, de ser un puente levadizo horizontal. No tuvimos la suerte de verlo en funcionamiento pero, por si tenéis curiosidad este timelapse deja muy claro de lo que es capaz su estructura. Impresionante.

Jacques Chaban Delmas
El puente y la Cité du Vin

La Cité du Vin. El museo del vino, es una de esas que ver en Burdeos.

En esta zona de construcciones modernas está la Cité du Vin, un nuevo museo que viene a dejar claro porque Burdeos es denominada la ciudad del vino. Su extraña forma que recuerda a un decantador acoge una exposición sobre el universo del vino a través de la historia y en todo el mundo. En los pocos que meses que lleva abierto ya se ha convertido en una de las atracciones más turísticas de la ciudad y en un emblema arquitectónico diferente, demostrando que no solo de clásicos vive la perla de Aquitania.

El edificio es impresionante, más en su interior que el exterior para mi gusto. Además en la parte más alta del museo, un bar circular nos ofrece unas vistas del Garona peculiares y la posibilidad de degustar alguno de los vinos más caros, raros y deliciosos del mundo. La entrada cuesta 20 euros.

Cité du Vin Burdeos
Colores y formas del vino

Puedes sacar la entrada de la Cité du Vin in situ o llevarla comprada desde su web o desde Civitatis (en castellano y sin sobrecoste).

Base Sous-Marine, vestigios de la Segunda Guerra Mundial.

Muy cerca de La cité du Vin, aunque difícil de encontrar por la cantidad de obras que hay a su alrededor, está otro de los edificios más interesantes que ver en Burdeos. Y, posiblemente, el menos conocido: la Base Sous-marine. Se trata de una de las cinco bases para submarinos que los nazis construyeron en la Segunda Guerra Mundial, entre el 41 y el 43, durante la ocupación de Francia.

Base sous-marine, una de las cosas más curiosas que ver en Burdeos
Dársenas para submarinos, no parece fácil aparcar.

La construcción es verdaderamente impresionante, de hormigón visto, con capacidad para once submarinos y hasta una calle en su interior. En el exterior una estatua conmemora a los españoles republicanos que fueron obligados a construir la base. Se puede visitar gratis ya que ahora es una sala de exposiciones. Tiene parking gratis también, por si vais en coche.

Durante agosto de 2020 pude asistir a la exposición Les Bassins de Lumières, una inmersión total en la obra de Gustav Klimt y Paul Klee mediante proyecciones en las propias dársenas. Preciosa.

Zona de Les Chartrons y Notre Damme

Volvemos en tranvía (1,50 el trayecto) hasta Les Chartrons para estrenarnos en el transporte público de la ciudad y buscamos la plaza Du Marche des Chartrons, justo detrás de la iglesia de Saint Jean. Nos han recomendado varios sitios para comer en la zona y nos decidimos por Le Bristrot des Anges, por su menú sencillo de comida local a buen precio.

Al terminar de comer visitamos la zona, sobre todo la rue de Notre Damme, una calle llena de tiendas de antigüedades y tiendecitas vintage a cada cual más bonita. Ponemos rumbo al Jardin Public donde tomamos un café con vistas junto al museo de historia natural. La mitad del parque está en obras así que no hay mucho que hacer en el, supongo que en verano y junto al lago, la visita sería más agradecida.

 Chartrons
Marche des Chartrons en la zona de Notre Damme.

Restos del pasado romano de Burdeos.

Cerca del parque buscamos el Palais Gallien, o anfiteatro, uno de los últimos vestigios de la ciudad romana que fue Burdeos en su día. En la antigua Burdigala, el anfiteatro tenía una capacidad para 17.000 espectadores, aunque ahora apenas quedan unos cuantos arcos, da una idea de la grandeza de la ciudad en esta época.

Palais Gallien Burdeos
El Palais Gallien fue construido en el siglo III después de Cristo.

Los grandes hombres y los pasteles.

Desde allí llegamos a la Plaza Torny, que es una autentica locura de obras y coches, y a la centro comercial de Les Grands Hommes. Posiblemente en carrefour con el edificio más señorial del planeta. Es broma, en realidad alberga muchas tiendas y es una construcción imponente de estilo neoclásico, proyectada por el arquitecto Victor Louis, creador de las galerías del Palais Royal en París. Además este centro comercial se encuentra en el centro del triángulo comercial de Oro de Burdeos, formado por Cours Clemenceau, Cours de l’Intendance y Les Allees de Tourny. No es que nos podamos permitir comprar nada en estas calles, más que unos deliciosos canelles (dulces típicos de la zona) para reponer fuerzas y seguir caminando.

Les Grands Hommes
Todas las calles que rodean el centro comercial llevan los nombres de los grandes hombres de la cultura francesa.

El Hotel de Ville, muy navideño en este invierno en Burdeos.

Caminamos hasta encontrar la Porte Dijeaux, un arco de estilo neoclásico, que enmarca otra de las calles más comerciales de la ciudad. Desde allí llegamos a la plaza de la Catedral, donde tenemos montado nuestro campamento base. Junto al Hotel de Ville, aka, ayuntamiento, hay otro pequeño mercado de Navidad centrado en libros de segunda mano. Solo podemos acceder a la plaza interior del edificio del ayuntamiento, también neoclásico, donde se puede leer que antiguamente fue una prefectura y residencia real.

Hotel du ville
Navidad en la plaza del ayuntamiento

El hambre aprieta y decidimos poner rumbo a una de las calles en las que la noche anterior habíamos visto los restaurantes y bares a reventar. La Rue Saint Remi es una de las más concurridas por turistas y locales. Para abrir (aun más) el apetito tomamos un vino y unas tapas en La Boutique de la Bodeguita, una tasca con cierto acento español y portugués en sus intenciones y un dueño de lo más simpático. Cenamos en Nom d’Une Crêpe, una crepería cercana, atraídas por sus galettes, unos crepes salados la mar de buenos.

Zona de Les Salliniers.

A la mañana siguiente bajamos por nuestra calle favorita, SainteCatherine, hasta la zona sur de Burdeos. Habíamos aparcado allí el viernes, pero no habíamos tenido ocasión de visitarla como es debido. Lo primero que queríamos encontrar, al llegar a Cours de Victor Hugo, es la iglesia de Saint- Eloi, una mezcla entre iglesia, campanario y puerta de lo más curiosa. La iglesia no estaba abierta al público, pero la puerta de la campana bien merece que pasemos un rato a sus pies. En su momento, durante el siglo XV, formó parte de la muralla de la ciudad y su gran campana servía para avisar a los bordaleses de posibles ataques e incendios. Además destaca la preciosidad de reloj astronómico que <3

Puerta de la campana
Si os fijáis justo al ladito del arco de la puerta está la iglesia de Saint Eloi, camuflada.

Seguimos hasta la Puerta de Bourgogne, donde la humedad del río ya se nos mete en los huesos. El puente de piedra está cerca pero apenas podemos verlo, menos mal que el día anterior nos habíamos resarcido haciéndole fotos, porque sino nos hubiéramos quedado con las ganas.

El Puente de Piedra.

Este fue el primer puente sobre el río Garona, mandado construir por Napoleón en 1810 que, humildemente, pidió que cada uno de los pilares llevara un medallón en su honor. Además los pilares son exactamente 17, las letras que forman su nombre y apellido. Tardó más de 12 años en construirse, no por sus casi 500 metros de largo, si no debido a las fuertes corrientes del río. Como curiosidad, El emperador nunca llegó a ver su puente acabado.

Puente de Piedra, Burdeos
Está ahí, lo juro.

Mercado de los Capuchinos y Saint Michel

Como podéis ver la niebla de primera hora de la mañana nos hace complicadas las primeras visitas del día, pero a eso de las 11:30 empieza a despejar. Mientras buscamos refugio en el Marché des Capucins y nos encontramos con un mercado matutino muy cerca de la basílica de Saint Michel. La «aguja» o campanario de esta iglesia es el punto más alto de Burdeos y también está separado unos metros del templo. De estilo gótico, durante la semana se puede visitar la cripta, donde se descubrieron enterramientos momificados. Al ser horario de culto no se nos permitió entrar, así que nos queda pendiente la visita para la próxima vez 😉

Saint Michel
Ojo, que se va la niebla y la ciudad parece otra. ¿Qué es eso azul?

Después de comer es hora de partir, no sin antes echar un último vistazo al Garona, ahora más despejado. Seguro que nos dejamos muchas cosas por ver, muchos vinos que probar y muchos quesos que comer, pero Burdeos es una de esas ciudades que enamora y a la que seguro vamos a volver.

¿Dónde comer en Burdeos?

En el Marché des Capucins tomamos unas ostras con salchichas y unos mejillones con patatas fritas con vino blanco, como nos había recomendado nuestro buen anfitrión Marc. La mezcla parece extraña pero resulta deliciosa.

En Le Comptoir Fromager podréis probar todo tipo de quesos franceses en distintos formatos. Todos regados con buen vino de la zona.

El Le Bistrot des Anges puedes comer un menú del día, dos platos, postre y vino por 17 euros.

El la Rue Saint Remi hay numerosos bares y restaurantes. Podéis tomar algo en La Boutique de la Bodeguita, la visión francesa de lo que es un bar español. ¿Algo con más acento francés? Le Petit Mignon.

En Nom d’Une Crepe podrás probar las tradicionales galletes o crepes salados. Las hay rellenas de casi todo y a muy buen precio.

Uno de los restaurantes más típicos de Burdeos es L´Entrecote. Suele tener hasta cola en la puerta, aunque suele ser rápida. Solo ofrecen un menú, ensalada y entrecot con salsa acompañado de patatas fritas infinitas. Según la bebida que elijas puede salir entre 15 y 20 euros por persona.

Bon Appetit!

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