Si estás buscando un sitio diferente para comer en la capital portuguesa, sin duda Pharmacia Lisboa es el lugar ideal. Este restaurante ubicado en el edificio del Museo Nacional de Farmacia es capaz de juntar las cosas que más me gustan a la hora de comer: cocina local, original y una decoración única. Y es que Lisboa Mola y Pharmacia no iba a ser menos.

El Museo Nacional de Farmacia
Que este no es un sitio cualquiera se nota nada más verlo desde fuera. En sus jardines, con vistas al precioso mirador de Santa Catarina (y por extensión al río Tajo) la gente toma cócteles en cómodas hamacas y descansa en sillas de diseño exquisito. Si el exterior es agradable, el interior no iba a ser menos. El edificio del museo es imponente, con pasillos de techos altísimos plagados mármol, pero Pharmacia es otra cosa.

Un restaurante en una antigua farmacia.
Inspirado en una botica tradicional, con un halo vintage muy propio de cualquier tablero de Pinterest, las paredes del restaurante se llenan de alacenas, menaje antiguo, botes y utensilios de farmacia y, como no, cajas de medicamentos. Las sillas, cada una de su madre y de su padre, acompañan a mesas que bien podrían haber sido rescatadas del rastro, mientras unas impresionantes lamparas de araña iluminan los techos. Todo combina en los tonos del monísimo papel pintado de la pared (adornado con pastillitas y útiles de laboratorio) creando un ambiente de lo más agradable.

Comer en una farmacia ¿qué pido?
La comida no se queda atrás. La carta resulta curiosa y sorprendente no solo por que los nombres de los cócteles tengan nombres como Ibuprofeno o LSD, también por las combinaciones de los platos.
De entrada te recomiendan compartir petiscos, el equivalente a las tapas en España, aunque, en mi opinión estos platos traen más cantidad que las tapas tradicionales. Como compartir es vivir, hacemos caso al menú y acabamos pidiendo cuatro petiscos y un postre para dos personas.
Suficiente para comer a gusto y no salir rodando, que nos queda una tarde de caminata interesante. Además probamos la Ginghina a modo de aperitivo servido en unos tubos de ensayo muy graciosos.

Mi plato favorito fue el pulpo a la brasa con puré de batata y chips de ajo, aunque la tiborna de quesos no se quedaba atrás en la lista de cosas ricas. Probamos también las croquetas de pato (mmmh…) y, como no el bacalao, que this is Lisboa. Para terminar compartimos una tarta de queso de cabra que fue la envidia cochina de las mesas de al rededor. De hecho, era tan bonita que los chicos de al lado pasaron hasta de mirar la carta: «¡lo que tienen ellas!» señalaron con descaro. Sabia elección porque era una delicia.

Info util sobre Pharmacia en Lisboa:
Al salir estuvimos a punto de retozar en la terraza, lo reconozco, pero Belem nos esperaba con un montón de cosas chulas y tuvimos que partir. Una última foto al Tajo desde el mirador de Santa Catarina y a por el tranvía 😉
¿Cómo llegar?
Si necesitas la dirección es: R. Mal. Saldanha 1, 1200-012 Lisboa, lo más fácil llegar caminando desde la plaza Luis de Camoes si estás en Barrio Alto o Baixa o subir en el Elevador de la Bica si estás junto al tajo o Chiado.
Rango de precios:
Nosotras pagamos unos 25 euros por persona pero depende mucho cuanto bebas. Calcula entre 6 y 15 euros los petiscos y a 5€ los postres, más la bebida. Cerveza y vino a precio normal lisboeta (unos dos euros copa) y los cócteles sobre los 7€. Podéis consultar la carta en esta página web.