El Vaticano, uno de los países más pequeños del mundo, tiene una de las colecciones de arte más impresionantes de todos los tiempos. Los Museos Vaticanos son una recopilación de las obras que la iglesia ha ido atesorando a lo largo de los siglos y que es imprescindible ver al menos una vez en la vida.
Entrar a los Museos Vaticanos es como entrar a un agujero negro, atractivo y absorbente en el que sabes cuando entras, pero no cuando saldrás. Como pasa en el British Museum o en el MET hay tantísimas salas, muchísimas obras, tanto que ver que uno puede sentirse un poco abrumado.
Sino cuentas con mucho tiempo para tu visita vamos a ver en este post los imprescindibles de los Museos Vaticanos. Y aun así cuenta con unas tres horas de recorrido y boca abierta todo el trayecto.
Los imprescindibles de los Museos Vaticanos
Ahora sí, vamos al lío. ¿No tienes mucho tiempo y el arte Etrusco te dan un poco igual? Déjame decirte que mola mucho, pero te entiendo. Y es que dentro de los Museos Vaticanos hay 9 salas egipcias, una pinocoteca con más de 450 obras, más de 1200 estatuas y hasta un pabellón lleno de carrozas. Sí. Carrozas.
Hay que diversificar y ser un poco práctico así que vamos con lo que, pase lo que pase, no te puedes perder.
La Capilla Sixtina.
Obvio, ¿no? Es imposible ir a los Museos Vaticanos y no ver la Capilla Sixtina.
Es en 1508 cuando el papa Julio II encarga a Miguel Ángel la decoración de la Capilla Sixtina. Dicen que la intención de Miguel Ángel era declinar el encargo, pues él se consideraba escultor, no pintor. Además, sospechaba que podía ser una treta de sus rivales para verle fracasar.


Finalmente acepta, o no le queda más remedio que aceptar y tarda cuatro años en completar la bóveda, que rompería los moldes del Renacimiento y cambiaría muchas de las normas establecidas. El volumen de las figuras, la complejidad de la iconografía, sus colores y técnica sirvieron de inspiración a sus coetáneos como Rafael y a generaciones futuras. De hecho, quinientos años después, nos sigue dejando con la boca abierta.
Cuatro años después pinta la pared del altar mayor, superándose a si mismo si es posible. El Juicio Final es absolutamente sobrecogedor, te aseguro que te tendrá un buen rato atrapado.
Las estancias de Rafael.
Se trata de cuatro habitaciones pintadas por Rafael Sanzio y son una de las visitas imprescindibles de los Museos Vaticanos. Realizadas entre 1508 y 1523, pues a la muerte de Rafael en 1520 son terminadas por sus ayudantes.
El Papa Julio II quería que sus estancias fueran las más imponentes del Vaticano, así que mandó raspar los frescos de Perugino de cuatro habitaciones y encargó a Rafael la nueva decoración. Nunca llegó a ver las estancias terminadas pero León X quiso que los trabajos continuaran.
Vamos por partes.


En la Sala de la Signatura o del Sello se encontraba la biblioteca de Julio II y una de las obras más importantes y representativas de Rafael: la escuela de Atenas. En ella se representa la Filosofía con mayúsculas, la corriente de pensamiento, mediante una representación de los filósofos de la antigüedad en pleno debate. Aristóteles, Platón, Heraclito, Socrates… todos se encuentran en un entorno dominado por la perspectiva, una especie de bóveda que recuerda a la obra de Bramante en la basílica de San Pedro.
Rafael representa a cada uno de los filósofos mediante un personaje de su tiempo, Platón es claramente Leonardo Da Vinci, Euclides es Bramante y Heráclito es representado como Miguel Ángel, con sus botas y todo. Una forma de conectar pasado y presente.
Bonus Track de la Escuela de Atenas. ¿Dónde está Rafael? El pintor se autoretrató, pero no es ninguno de los filósofos de la obra. Si quieres encontrarlo es fácil, es el único que te está mirando.
La galería de los mapas.
¿Te gustan los mapas? Me encantan los mapas. ¡Pues vas a flipar! La galería de los mapas es exactamente eso, una GRAN galería llena de mapas. Mide 120 metros de largo y en ella está cartografiada toda la Italia del siglo XVI.


Ignazio Danti tardó solo tres años en completar este extrodinario proyecto, 40 frescos cada uno de los cuales representa una región del país. Puede que os sorprenda que se incluya Avignon, pero es que el mundo no era tal y como lo conocemos ahora.
El museo Pío Clementino.
Vale, aquí vamos al lío. Ya hemos comentado que los Museos Vaticanos albergan otros museos, pues este es el más guay. El Museo Pío Clementino es el más importante de los imprescindibles de los Museos Vaticanos. De hecho, si contratas un tour guiado por los Museos, probablemente te enseñan estas salas y poco más.
Recibe el nombre de sus fundadores Clemente XIV Ganganelli (1769-1774) y Pío VI Braschi (1775-1799) y fue el primero de los Museos Vaticanos. Originalmente albergaba obras renacentistas y antigüedades clásicas (Grecia y Roma).
El Laocoonte y sus hijos:
En la sala conocida como Sala Belvedere o Patio Octogonal podremos admirar varias obras clásicas. La más importante y que os dejará con la boca abierta: el Laocoonte y sus hijos.


Esta es una de las pocas esculturas helenísticas que se conservan y representa a Laocoonte, el único troyano que sospechó de aquel caballo gigante a las puertas de su ciudad, siendo castigado por Poseidón por tal osadía. Poseidón era claramente Team Grecia, así que el castigo del pobre Laocoonte fue ser devorado por serpientes junto a sus dos hijos.
Esta escultura había permanecido enterrada durante siglos bajo las Termas Trajanas, pues era una de las obras que Nerón tenía en su palacio, la Domus Áurea. Su descubrimiento fue de vital importancia ya que inspiró a artistas como Miguel Ángel, que aprendió muchísimo simplemente observándola. Hasta entonces los artistas se habían basado en la perfección, serenidad y equilibrio de la escultura clásica romana, pero el Laocoonte es diferente. Durante el periodo helenístico las obras empiezan a mostrar el llamado Pathos griego, representando gestos, acción, emociones… El Laocoonte es todo esto, es dolor, sufrimiento, es el punto de no retorno de un hombre que ve acabada su vida y la de su descendencia. Había recibido el peor castigo para un griego, no dejar nada en la tierra.
Si vais a San Pietro in Vincoli podréis comprobar la influencia de esta obra en Miguel Ángel. Su Moises tiene mucho de Laocoonte. La expresión de ira viendo como el pueblo israelí adora a falsos dioses, la tensión que muestra su cuerpo, los músculos, incluso la ropa de Moises habrían sido muy diferentes si Miguel Ángel no hubiera estudiado al Laocoonte.
El torso Belvedere:
Lo mismo pasa con el Torso Belvedere, un fragmento de estatua descubierta en torno a 1502 en Campo di Fiori. El torso es también una obra helenística, firmada por Apolonio de Atenas. Aunque le faltan brazos y piernas, su retorcida pose fue inspiradora para los artistas de la época. Y es que a pesar de tener una posición nada sencilla, la musculatura del torso está perfectamente representada.


Todos los escultores y pintores de la época quisieron estudiarla. Incluso pidieron a Miguel Ángel que la reconstruyera, a lo que él se negó. Es perfecta tal y como es, dijo, no podría hacerlo mejor.
La Sala Redonda:
Esta sala es una sala totalmente circular con una bóveda semiesférica, a imitación del Panteón. En ella podemos ver colosales estatuas como el Hércules, de las pocas estatuas de bronce que se conserva de la época romana. Antínoo, el favorito del emperador Adriano.
El suelo, un impresionante mosaico del siglo III dc y en el medio una enorme bañera de pórfido rojo. Dicen que en esta bañera, encontrada en los terrenos de la Domus Áurea, se bañaba la esposa de Nerón en leche de burra.
Por cierto, a la salida de los Museos Pío Clementinos, pasando la tienda de regalos, encontraréis la copia de la escalera de Bramante. La original está cerrada al público y lo que podemos ver es una inspiración que fue diseñada en 1932 por Giuseppe Momo. La escalera original de Bramante es más bien una rampa de doble hélice, creada para que el Papa Inocencio VIII pudiera acceder en carruaje a sus aposentos. La de Momo si es una escalera, también de doble hélice pero que poco tiene que ver con la original.
La Piña.
Este patio fue construido en el año 1506 por encargo de Julio II, siguiendo el diseño de Bramante. El objetivo era comunicar el Palacio de Inocencio VIII con la Capilla Sixtina.


La Piña de bronce de casi 4 metros de altura se encontró muy cerca del Campo di Marte. En la época romana estaba colocada en los alrededores del Panteón, por eso ese el barrio se llama “de la Piña”.
Los aposentos Borgia.
Justo debajo de las estancias de Rafael se encuentran estos apartamentos en los que vivió el Papa Borgia durante su mandato. Son un conjunto de seis salas que Borgia encargó a Pinturicchio a finales del siglo XV. Todas las salas están pintadas con frescos que representan La Natividad, la Anunciación, los Reyes Magos y otros eventos de la vida de Cristo y la Virgen. También se incluyen vidas de santos de los que el Papa Borgia era muy devoto como San Antonio de Padua.
Cuentan que Alejandro VI se trajo desde su Valencia natal los suelos y otros elementos para decorar sus estancias. A su muerte, estas salas quedaron abandonadas ya que el odio hacia la familia Borgia era grande. Su sucesor, Julio II, uno de sus principales enemigos, decidió cerrarlas. Es ya en el siglo XIX cuando León XIII decide restaurarlas y darles una vida. Así pasan a formar parte de la Biblioteca Vaticana. Actualmente acogen la Colección de Arte Religioso Moderno.
Leonardo, Caravaggio y Rafael.
En 1932 se inaugura la Pinacoteca Vaticana en un edificio expresamente construido para albergar las numerosas obras acumuladas por la iglesia a lo largo de los siglos. Desde el siglo XII hasta el XVII aquí podremos encontrar todo tipo de obras de carácter religioso, algunas de los más importantes autores de todos los tiempos.
La coronación de la Virgen de Rafael o una de sus obras más relevantes, la Trasfiguración, pueden verse en la sala VIII.


En la IX encontraréis obras de Leonardo Da Vinci, entre ellas su famoso San Jerónimo, pintado a grisalla.
De La Deposición de Cristo o el Santo Entierro de Caravaggio ya hablamos en el post de Caravaggio en Roma, pero nunca viene mal recordarlo.
Planifica tu visita:
Compra tus entradas:
Las colas en los Museos Vaticanos suelen ser de escándalo. Es normal ¿quién querría quedarse sin entrar? Por eso es importante comprar tu entrada con cierta antelación. Puedes hacerlo en su web con un sobrecoste de 4 euros con respecto a taquilla, 21 € en total. Créeme, cuando veas la cola sabrás que ha merecido la pena.
Horario:
Los Museos Vaticanos abren de lunes a sábado de 9:00 a 18:00 el último acceso es a las 16:00.
Solo abren el último domingo de cada mes de 9:00 a 14:00, siendo el último acceso a las 12.
¿Cómo llegar?
Lo más sencillo es coger el Metro. La línea A en dirección Battistini hasta la parada Ottaviano, aunque Cipro también te dejará cerca.
En los autobuses 49, 32, 81, 982 y 990.
En el Tranvía 19, parada Plaza del Risorgimento.
Recomendaciones:
Aun con las entradas compradas tendrás que hacer un poco de cola así que ve un poco antes de tiempo. Igual que en la Galería Borghese tienes que hacer esa cosa rara de cambiar tu entrada de internet por una física. También tienes opción de guardarropa pero en este caso no son tan estrictos.