A unos 300 kilómetros de Aswan, casi en la frontera con Sudán, se encuentra el complejo arqueológico de Abu Simbel, sin duda una de las maravillas de Egipto. Estos dos templos, dedicados a Ramses II y su esposa Nefertari te dejarán sin aliento. Impresionantes, grandiosos y de dimensiones épicas, la historia de Abu Simbel ha cautivado a todo viajero que los contempla desde su descubrimiento en 1813. ¿Los visitamos juntos?

Visita a los templos más grandiosos de Egipto.
Visitar Abu Simbel es una de esas cosas que no te puedes perder en Egipto. Una experiencia que te dejará de piedra aunque tengas poca sangre en las venas. Eso si, probablemente te tocará madrugar más de la cuenta, pasar más rato del que te gustaría en un autobús, «disfrutar» de demasiados controles militares y posiblemente ser picado por numerosos insectos pero, aun así, merecerá la pena.
Los templos de Ramses II y Nefertari se encuentran a las orillas de la presa de Aswan, la nueva, la construida en 1964 para dar energía a la mitad de Egipto. Más adelante veremos lo significativo de esto, pues los templos casi quedan sumergidos bajo las aguas del embalse.
¿Cómo visitar Abu Simbel?
Nosotras llegamos a Abu Simbel desde nuestro crucero en Aswan, en un autobús que nos desplazó los casi 300 kilómetros que los separan. Tenéis opción de llegar también en uno de los cruceros que navegan por el lago Nasser, que atracan justo enfrente del complejo arqueológico.
Si vas desde Aswan te tocará madrugar. O no dormir. La salida hacia Abu Simbel es sobre la 1:30 o 2:00 de la madrugada, justo para llegar a ver amanecer frente a los templos. Una vez más, worth it. Posiblemente uno de los momentos más bonitos de la vida.

La entrada al complejo cuesta 100 libras egipcias. Incluye la visita (por libre) a ambos templos y la entrada a un pequeño museo donde se cuenta la historia de Abu Simbel y la tremenda obra de ingeniería de su traslado piedra a piedra.
Historia de Abu Simbel, construcción y propósito.
Los templos de Abu Simbel fueron construidos por Ramses II para conmemorar su victoria en la batalla del Kadesh en 1274 a. C. Después de unos días en Egipto ya sabemos todos como era Ramses II, ¿verdad? Austero y sencillo no. Así que se mandó dedicar un templo a sí mismo, junto con las deidades más importantes del país, Amon, Ra y Ptah. ¡Ah! también le dedicó un templo a su esposa Nefertari, el segundo templo del complejo, por supuesto más pequeño. Enamorado, sí, tonto no.
La batalla del Kadesh tiene lugar en el año 1274 a. C. y en ella se enfrentan las fuerzas del Imperio Nuevo con Ramses al frente, contra el Imperio Hitita. Debes saber que los hititas siempre estaban tramando algo contra Egipto y viceversa pero, tras esta batalla, ambos territorios firmaron el primer tratado de paz de la historia.
Además de para conmemorar y molar, Ramses II tenía un objetivo muy claro cuando construir Abu Simbel. Y es que el emplazamiento no es nada casual. Casi en la frontera con Nubia (otro archienemigo) los templos eran una forma de impresionar y mostrar su poder a sus enemigos.
Construcción de Abu Simbel.
Como estarás viendo en las fotos, los templos de Abu Simbel no tienen nada que ver con la tipología de templos que hemos estado viendo hasta ahora en Luxor o Edfu. Y es que los templos de Abu Simbel son speos, esto es, están excavados en la roca.
Se denominan hemispeos («semicueva») los que tienen una fachada decorada exterior y otra parte excavada en la roca.
A la vista quedan las fachadas, a cada cual más impresionante. Por supuesto, más la de Ramses, la duda ofende.
El Templo de Ramses II
Los cuatro colosos de la entrada le representan a él, sedente, con la doble corona, la barba postiza y joyas propias de su cargo. A cada lado de los cuatro Ramseses se encuentran representadas figuras más pequeñas que representan a sus familiares.

Como puedes ver hay tres Ramses en perfecto estado y otro más perjudicado. Así se encontró el templo y así es como se ha querido mantener. Coronando la fachada verás una hilera de monos adoradores del sol.
El interior es tan impresionante como el exterior. Nada más cruzar el umbral te encontrarás en la gran sala hipóstila, más de 18 metros de longitud y 16 de anchura cuyo techo está sostenido por 8 pilares. Apoyados en los pilares te recibirán otros 8 colosos de 10 metros cada uno que representan a Osiris pero que, en realidad, también son Ramses II.

A la derecha de esta gran sala hay cuatro cámaras laterales, a la izquierda otras dos. Seguida de esta hay otra sala hipóstila también profusamente decorada… Y es que puedes pasar la mañana, la tarde, el día entero, admirando los detalles de las paredes y los techos. En todos los relieves y decoraciones se cuenta la historia de Ramses, su vida y milagros y se representan sus ofrendas a los dioses.

Al fondo del templo encontraremos la sala de ofrendas y el santuario, con el sancta santorum central y dos capillas laterales. En el sancta sanctorum hay, no un altar, sino 4 estatuas talladas en la roca. Estas representan como no, a Ramses, a Ptah, Amón-Ra y Ra-Horajti.
El fenómeno solar del templo de Ramses II
Este sancta sanctorum es muy especial, no solo por la abundancia de divinidades, sino por el fenómeno solar que se produce. El templo está orientado de tal forma que, dos días al año, 61 días antes y 61 días después del solsticio de invierno, el sol penetra por la puerta de entrada y cruza todo el templo hasta iluminar completamente tres de las cuatro estatuas. El dios Ptah, dios del inframundo, siempre queda sumido en la oscuridad.

Se cree que, en su día, las fechas elegidas eran el 21 de octubre y el 22 de febrero. Hoy en día, con el desplazamiento del templo (y de la propia tierra en 3000 años), el fenómeno se da el 22 de octubre y el 20 de febrero.
El templo de Nefertari. La más querida de Ramses.
Ramses tenía varias esposas pero se dice, se comenta, se rumorea, que su favorita era Nefertari. La más bella entre las bellas. El templo está dedicado a Nefertari y a Hathor, diosa del amor, la belleza y la maternidad, a quien ya conocimos en el templo de Isis y en el de Hatsepsut (carita de vaca, ¿te acuerdas?).
El templo de Nefertari está un poco más al norte que el de Ramses y es más pequeño. Su fachada también tiene colosos, en concreto seis y miden unos 10 metros cada uno. Para que os hagáis una idea, los colosos del exterior del templo de Nefertari miden lo mismo que los del interior del templo de Ramses II. Favorita sí, pero no la quería tanto como se quería a si mismo. De hecho, de los seis colosos del templo de su esposa, cuatro son él mismo.

En el interior, la sala hipóstila tiene seis grandes columnas con capiteles decorados con la cara de la diosa Hathor. En las salas laterales se representa a Nefertari y a Ramses haciendo ofrendas a divinidades femeninas, Hathor, Nut, Isis… En el sancta sanctorum se encuentra la estatua de Hathor.
Salvar Abu Simbel, descubrimiento y traslado.
El complejo de Abu Simbel se construyó en el 1264 a. C. y dicen que tan solo se tardaron 20 años en terminar los dos templos. Fue una obra magnífica en su época que impactó, no solo a los Nubios, también a otras civilizaciones no tan cercanas.
Sin embargo su esplendor se apagó, como el de tantos templos egipcios y pronto se cubrió de arena, quedando olvidado. Es a partir de 1800 cuando las campañas napoleónicas empiezan recorrer Egipto, investigando y datando todo aquello que encontraban, cuando se empiezan a desenterrar hallazgos tan tremendos como este.

Es Burckhardt, el explorador suizo quien encuentra el templo de Ramses II por pura casualidad. En sus primeras incursiones en la zona consigue entrar al templo de Nefertari, incluso hace unos detallados bocetos del interior, pero el Gran Templo resulta inaccesible, oculto tras una duna de arena gigante.
Ojo que Johann Ludwig Burckhardt no solo es el flamante descubridor de Abu Simbel, apenas un año antes de llegar a Egipto había descubierto Petra. ¡Petra!
Es el italiano Benzoli, en 1817, quien consigue acceder al templo de Ramses II, después de arduas de tareas de excavación. No es hasta 1820 que el templo queda accesible, convirtiéndose en una visita ineludible para viajeros, científicos y amantes de la historia. Y es que Abu Simbel impresiona a todos por igual.
Durante este viaje Belzoni escribe Viajes por Egipto y Nubia II: Abu Simbel (Entre piedras) un libro que es una obra esencial para conocer los primeros pasos de la Egiptología. Además es una aventura maravillosa.
Historia del traslado de Abu Simbel.
El culmen de la historia de Abu Simbel llega casi 3000 años después de su construcción. Con su traslado piedra a piedra a 65 metros de su emplazamiento original. ¿Por qué? Te preguntarás. Pues yo un poco también.
Egipto vive del Nilo y el Nilo es vida para Egipto, desde el Imperio Antiguo hasta nuestros días. Antes en forma de regadío para cosechas y pesca y ahora también a modo de generador gigantesco de energía. En 1902, bajo el control británico, se construye la primera presa de Aswan, a la altura de la primera catarata del Nilo. Durante esta construcción varios templos como el de Philae tienen que ser trasladados para salvarse de quedar sumergidos.

En 1952, ante el crecimiento del país y nuevas necesidades energéticas se plantea la construcción de una segunda presa, a la altura de la segunda catarata del Nilo. La Alta Presa dejaría bajo el lago Nasser, no solo a Abu Simbel, sino numerosos complejos arqueológicos de gran valor histórico. Ante la negativa del gobierno de dar marcha atrás a sus planes, en 1960 se pone en marcha un programa internacional para salvar el mayor número de monumentos posible.
Más de 40 países, 150 ingenieros y casi 2000 obreros trabajaron contra reloj para salvar un pedazo de la historia, no solo Abu Simbel, también otras muchas construcciones. Muchos yacimientos fueron excavados, trasladados o regalados (el templo de Debod en Madrid), pero los templos de Ramses y Nefertari entrañaban la máxima dificultad. Su gran tamaño y el hecho de estar excavados en la montaña hacía de su traslado una grandísima hazaña.
El traslado, historia de la ingeniería moderna.
En 1963 se pone en marcha la obra, desmontando los templos en más de 1000 piezas, numeradas y categorizadas. Algunos de estos bloques pesaban más de 30 toneladas.
En un emplazamiento seguro, lo más cerca posible del original, se construyen las cúpulas que albergarán la parte interior de los templos. Estas se revestirán con las paredes decoradas de los mismos, quedando exactamente igual que cuando fueron construidas.

Después se montarán pieza a pieza las fachadas, trasladando los bloques con inmensas grúas, como si fuese un puzzle a escala divina. Los trabajos fueron minuciosos tanto que el Ramses caído de la fachada principal quedó exactamente igual que como se encontró en 1813.

También era crucial mantener la posición del sancta sanctorum, para hacer posible el fenómeno solar del templo de Ramses II. A pesar de todos los inconvenientes se consigue, aunque se atrasa la fecha un día, debido a encontrarse el templo ahora a más altura.
En 1968 se celebra la gran fiesta de inauguración de Abu Simbel. Se calcula que en su traslado se invirtieron más de 40 millones de dólares. Un dinero y una obra de ingeniería colosal que nos permiten ahora disfrutar de más de 3000 de historia en los impresionantes templos de Abu Simbel. La joya de Egipto.
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