He tenido la suerte de pasar el puente de Santiago en Barcelona en muy buena compañía. ¿Sabéis ese tipo de la gente con la que te juntas y el tiempo pasa volando? Pues así ha sido, visto y no visto. Tres días de no parar de disfrutar, de reír, de visitar lugares increíbles, de bailar, de beber y, sobre todo, de comer. Somos gente de buen comer.
Uno de estos amigos nos llevó el sábado noche a un lugar que, prometió, nos gustaría. Y vaya si nos gustó. Paradiso (Carrer Rera Palau, 4) se define a simple vista como un Pastrami Bar. Un local pequeño, a pie de calle, blanco y de apariencia sencilla que en su interior ofrece mucho más. Como si te adentraras a través del armario con dirección a Narnia, abriendo la nevera de la pared, apareces en una coctelería de aires clandestinos con mucha personalidad.
No quiero poner muchas fotos porque me parece que es hacer spoiler de un sitio que hay que descubrir por uno mismo. El local es una autentica preciosidad, con una decoración espectacular que nos recuerda a una mezcla entre el Gran Gatsby y el Halcón Maltés de lo más genial. La zona de la barra tiene un puente de madera que nos hace pensar en Alvar Aalto pero alejándose del estilo nórdico a uno más señorial. Como os digo, es digno de visitar.
La carta de cocteles es extensa y verdaderamente original. Salen presentados de formas que no te esperas, impactantes y deliciosos. Mención especial a la preciosa vajilla de este local, se que es un poco friki este comentario pero, si os fijáis en esas cosillas os encantará. Nosotros, como somos unos tragaldabas pedimos varios cocteles con la cena, Mediterranean Treasure, que aparece como un cofre del tesoro ante nosotros. En su interior guarda una caracola en la que realmente está la bebida. Con el Paradiso ice tea una tetera preciosa nos inundo la mesa de humo y olor a naranja. El tercero que probamos no consigo recordar su nombre, pero se servía en preciosas copas de champange con un pétalo de rosa dentro.

Nuestra selección de comida se basó en pedir casi toda la carta. Decidimos probar y compartir la mayoría de las cosas que había, para no quedarnos con las ganas. Impresionante la tabla de ahumados, el sandwich de pastrami y el pulled pork. No desmerece el grilled cheese sandwich pero, al lado de los otros, se queda un poco en nada.
Como cosas de las que podría quejarme si no hubiera estado tan en la gloria en el lugar, diría que me gusta ver lo que como. Entiendo que en rollo coctelería algunas mesas tienden a estar menos iluminadas de lo normal pero la nuestra estaba sumida en las tinieblas de Mordor. Obviando esto, como veis muy recomendado. Cena de 10, bebida sublime y un precio más que aceptable.